Filipinas 

TRAZAR HUELLAS

Elegir los dibujos de los cuadernos de Tere Cito ha sido como leer
su diario personal. Las libretas existen por sí mismas, no hay en ella
una voluntad consciente de crearlas, fueron desenvolviéndose a
través de los años como una semilla que cae en tierra fértil y echa
raíces y de ser apenas nada se convirtieron en el medio de Tere
para fijar el aquí y ahora, para asentar los pies en la tierra, conformar
la realidad y, a partir de ellos: vivir la libertad, mirar el mundo,
tomarlo con sus manos y crear uno propio, donde el único límite es
la pequeña e infinita hoja de papel.
Al emprender este texto, mi propósito era hablar de dibujo,
puesto que en estos cuadernos los hay en abundancia y de gran calidad
pero este íntimo registro se va desdoblando hasta completar
una tela cuya trama y urdimbre son cientos de instantáneas de la
vida, del interior y de la imaginación de Tere Cito, que era necesario
enfrentar como un todo.
Al estar inscritos en el ámbito de un diario, los dibujos retoman
sus orígenes de matriz lingüística y estética en el sentido más lato
de esta palabra: “lo relativo a la sensación” En ellos están plasmadas
las ideas, emociones e impresiones de su creadora y durante mucho
tiempo, solo fueron vistos por sus familiares y amigos más cercanos.
Tere no tenía planeado hacerlos públicos, su propósito era crear
una suerte de bitácora, los dibujos fungían como citas personales,
algunas veces reforzados con escritos breves que cumplían la función
de ilustrar a la imagen.
Naturalmente, sus cualidades formales y estéticas siempre estuvieron
presentes, es la intención de la artista lo que cambió y nos
vemos impelidos a revisar la función de los cuadernos.
Al exponerlos, renuncian al ámbito privado para volverse públicos,
abandonan su función de notas personales. Al aplicar nuestra mirada
inquisitiva sobre ellos, escogerlos, pensarlos, se artizan: devienen
obras de arte.

 Vamos a tratar de desentrañar su significado como un todo, en
este sentido, la obra exalta lo cotidiano, apegándose a la categoría
estética de lo trivial (en su acepción de común) no obstante, al ser
un registro gráfico de las experiencias de vida de la artista, encontramos
en las diversas páginas las otras categorías: desde lo bello a
lo feo, pasando por lo sublime y lo trágico. Los cuadernos carecen
de una secuencia cronológica, Tere los utiliza cuando los necesita,
simplemente busca hojas limpias para expresarse. Dada su sincronía
no importa su procedencia temporal, la serie de cuadernos puede
ser leída como unidad, refleja lo subyacente en el proceso creativo
de Tere: el dibujo como expresión y la vida como tema.
Entre su obra profesional y los cuadernos hay similitudes, son
hechos por la misma mano, pero en general estos últimos tienen
vida propia, no son bocetos, sino apuntes de vida: retratos, árboles,
paisajes y ciudades de los que Tere recuerda las circunstancias y el
lugar de creación. Aunque con frecuencia la técnica es dictada por
la casualidad, la artista ha introyectado el manejo de las cualidades
expresivas del dibujo que surgen espontáneas para plasmar su emoción
del momento. Una de las condiciones sine qua non del dibujo
es su capacidad de síntesis, como en las escenas del terremoto de
1985, tomadas del natural, hechas a sanguina con trazo nervioso, intenso,
profundamente expresionista, contienen toda la conmoción,
el horror y la destrucción, son bocetos del Juicio Final; por el contrario,
en las Filipinas, toma improntas de la cosecha del arroz
obtenidas a partir de manchas de tinta que captan lo intemporal de
esta milenaria actividad.
El momento, su estado de ánimo, los materiales con que cuenta,
son lo que dicta su manera de trabajar, como Klee, saca a pasear sus
líneas para trazar huellas, cada dibujo plasmado en estos libros es
una obra completa.
El criterio que se siguió para la selección de los dibujos y su
publicación en un ejemplar de tres volúmenes, fue, en principio,
respetar el espíritu de los cuadernos y ser congruentes con la
biografía de la artista (al fin estos cuadernos son un “diario”) y
sobre todo, con su propuesta conceptual.
 Mostrarse al mundo como mujer, como persona, ha requerido
un trabajo serio de introspección y de valentía. No ha sido una decisión
fácil. Hoy, Tere quiere tender un puente para establecer un
diálogo desde lo más profundo de su ser, hablar de ser humano a ser
humano utilizando, claro, los medios con los que mejor se comunica:
el dibujo y la pintura.
Tere Cito es Florentina. En Florencia estudia artes plásticas
rodeada de los grandes maestros del Renacimiento, literalmente, se
alimenta de arte. La escuela florentina es dibujística por antonomasia…
. La obra de Tere se ve permeada por esto, aunque pintora, en su trabajo
se destacan los elementos gráficos, con independencia del medio
aprovecha, como pocos, la simplicidad de la línea activa, la contundencia
de la mancha. Su ojo y su mano expresan su sentir en un trazo.
La semilla es parte integrante de su quehacer artístico, más aún,
de su esencia como persona. ¿Qué simboliza? El futuro, el principio,
la promesa de algo mayor, “puede llegar a ser” pero para alcanzar
sus potencialidades, tiene que cuidarse, ponerse en tierra fértil, trabajarse.
Estos cuadernos son la metáfora perfecta de una simiente:
se nutren de la vida diaria y en ellos se va tejiendo la vida de la
artista y de la mujer, que son, especialmente en su caso, absolutamente
inseparables.
Tere es una artista, y la semilla que se trajo de Florencia,
pugnaba por germinar. Salió y miró y miró: México es color, es exuberancia,
con su mirada habituada a la gran arquitectura clásica,
descubrió la arquitectura prehispánica y vio un universo profundamente
rico… empezó a dibujar algo más que a sus hijos. Armada de
lápiz y papel, se dedicó a registrarlo todo: su jardín de Malinalco, las
pirámides, la calle, los niños, los animales, un florero, los árboles:
México ha sido el espejo, el otro que la empujó a sacar ese mundo
interno: retomó su vocación.
Estos cuadernos nacieron en 1974 y a partir de entonces, han
crecido y dado pie a una fructífera carrera. Hoy, Tere Cito es una
artista reconocida y muy comprometida con su trabajo. Hoy mira a
sus pequeños compañeros de viaje: sus cuadernos y los comparte
con un afán de apertura y reflexión.

 A partir de estos librillos creó todo un universo.
A lo largo de su carrera ha transitado por muchos caminos:
abstracción, figuración, color, textura, pintura, dibujo; ha utilizado
formatos y soportes diversos: tela, papel, yeso, muro y emprende
una investigación acerca del lenguaje de lo femenino en el sentido
de lo primigenio, para entender, como artista, dónde se origina la
esencia del ser mujer y cómo ésta deja su impronta en el mundo.

MA. CRISTINA GONZÁLEZ TEJADA
MAYO DE 2015.

 Abstracto

 

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